Pasaron 50 años, y aquella noche la presencia en forma de una sombra-silueta se mostraba en la habitación helada. Diciembre de 2017, Puebla Mexico. En un instante aquel hombre se apareció frente a la testigo para luego desvanecerse dejando la habitación en el frio intenso. Aquella sombra a la anciana de 70 años le resultaba familiar, el novio de su juventud al que hacia medio siglo no había vuelto a ver, se le presentaba. Ella pensaba que se trataba de aquel hombre por el aspecto de la sombra, alto, fornido y de sombrero ranchero. La anciana intuyó que aquel hombre había fallecido y que simplemente se había despedido. En la juventud un amor dulce y lleno de bondad los había unido, y un mal entendido los separo pero nunca se habían olvidado el uno del otro. Hay lazos de amor, que ni el tiempo, ni el espacio, ni la vida pueden romper.
martes, 27 de febrero de 2018
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