viernes, 13 de abril de 2018

El monstruo abajo de mi cama

Huy, que miedo!!...
En ocasiones me asusta mirar por debajo de la cama. Un miedo ancestral que sienten los niños, pues abajo de la cama se encuentra oculta la sombra del inconsciente colectivo la cual puede tomar la forma del monstruo más horrendo y personal. Cual si fuera una niña pequeña el mio cada noche me acecha. El monstruo que habita por debajo de mi cama habla en acento argentino, es enorme y peligroso. Es el monstruo del abuso, del maltrato psicológico, del engaño, de la crueldad, del machismo, de la psicopatología de la religión, de la moralidad patológica. Le entusiasma verme mal, desea destruirme para que su ego enfermo se llene de orgullo mientras se dice a si mismo "soy mejor que tu". Me ha elegido porque necesita a alguien alegre, feliz, amorosa, llena de valores y entusiasmo por la vida, pues solo una persona así podría alimentar su vampirismo energético.
Esta noche me encuentro asustada mientras le escucho arañar la base de la cama, es tan grande que sus pesuñas enormes salen por debajo y asoman a los lados.
Me despierto asustada pues que representa la traición y ha hecho del desagradecimiento un arte. Y sin embargo hipócrita atras de esa mirada bonachona se esconde un mirada de loco obseso con su grandiosidad inexistente.
Una llamada me separa de mi miedo. Un tranquilo y acogedor en el espacio de su corazón me llama. Llamada dulce y voz tranquilizante me dice que aquel monstruo se encuentra en una dimensión pasada y por tanto no puede hacerme daño. Es tiempo de dejarlo atrás y pasar pàgina. Me atrevo a asomarme y le miró mirarme bajo la cama. Pobre monstruo estás vinculado a mi en el pasado, lamento informarte que de los dos el monstruo eres tú, y no yo. Lamento informarte que por siempre en el pasado tú serás el lado sombra y yo el lado luz. Te digo en voz alta "tu trabajo aqui ha terminado, ya te puedes ir".

Por fin el monstruo mete en su maleta ese abuso narcisista, y con un adiós cargado de orgullo y el acento argentino sale por la puerta de la habitación. La puerta se cierra y quedo en silencio, ya puedo construir algo nuevo. Enfrentar el miedo arquetípico a la sombra no ha sido fácil. Mi teléfono suena, un corazón por mensaje, un te quiero honesto me hace sentir mejor. Respiro profundo, aún la sensación de haberme enfrentado a un peligro de casi 2 metros recorre mi cuerpo, poco a poco me voy calmando. Enfrentar la sombra nos reconcilia con nosotros mismos.


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