El señor Néstor de mediana edad, viajaba en su bicicleta a las 5 de la mañana en el verano de 2017 rumbo a su trabajo. La vialidad estaba tranquila y mientras cruzaba la calle en alguna esquina cercana a la Colonia Prados Agua Azul de la Ciudad de Puebla, se topo cara a cara con el mundo daimónico.
Enorme, de color oscuro, y con dos ojos rojos que brillaban , algo o alguien chocó con gran fuerza contra de él. Parecía medir más de dos metros y apareció de la nada y a gran velocidad impactando contra el hombre y su bicicleta. Segundos antes el señor Néstor había mirado en todas direcciones y aunque era de madrugada y estaba oscuro, no había señales de nada extraño. De manera repentina aquel ser se había manifestado en una loca carrera en la que había chocado con el Señor Néstor. No había ningún motivo aparente para el encuentro, tal vez la simple y absurda casualidad, como simple y absurda era la presencia del extraño ser al que el señor Néstor refería como la vivida presencia del diablo en su camino.
La caída le llevó directo al hospital con dos fracturas. Aquel ser, aquella sombra oscura, se había manifestado físicamente. Para el señor Néstor esa no era una visión, no era una alucinación. Había sido físico, duro, oscuro, enorme, veloz.
Meses más tarde las fracturas sanaban y sintiéndose 90% recuperado comentaba que se le había aparecido el diablo en su camino, sin ninguna razón aparente.
Comentando aquel hecho con los investigadores de una prestigiosa universidad, especialistas todos ellos en los estudios antropológicos, nos preguntamos si aquellas manifestaciones -hoy relativamente recurrentes en México- podrían estar vinculadas a la presencia de los imaginarios del mal provenientes de contextos de violencia. Lo interesante en este caso es que el testigo ha vivido un choque con un imaginario, es decir, para ser imaginario a sido muy duro. Los presentes en la conversación nos miramos, podríamos discutir al respecto y especular, pero aquella manifestación nos hace entender que existen espacios y momentos en que la manifestación física de los que creemos seres no físicos por provenir del mundo de las ideas y las creencias, nuevamente nos asombra.
Agradezco al testigo -que aquí he llamado Nestor- la entrevista que me ha obsequiado.